En cuanto tú le dices a una mujer me gustas, me encantas, ya generaste un juego de poder y de superioridad.
En cuanto tú le dices a una mujer te traje cosas, la colocas en ese lugar en donde tú estás buscando que ella te apruebe, tú estás buscando que ella diga sí o no, le estás dando el poder de la decisión.
En el momento en que tú le dices a una mujer tú me gustas, le estás dando a ella el poder de la decisión.
Cuando tú le das a la mujer el poder de la decisión desde la lógica, no te va a elegir.
Va a decir, ok, perfecto, aquí voy a poner tu currículum.
Yo te llamo con los 200 currículums que llegaron igual que tú.
Pero cuando llega el hombre que le dice es ahorita o me voy y todos los currículums los tiro, pero quédate tú contratado para el puesto, porque hay una respuesta emocional.
La cultura que tanto me quejo nos ha ayudado en este sentido porque las mujeres ya esponden.
Tanta película romántica, tanta comedia romántica hace que ya en cuanto las mujeres empiezan a sentir algo distinto con un hombre, algo que se parece a lo que vieron en todas las películas, como el hombre se puso a competir conmigo desde el principio.
Esta es así clásica.
Ryan Gosling a cada ratito.
Vean cómo es Ryan Gosling.
Las manda a la verga, las pone a dónde van.
¿Tú qué?
Hasta crees que te voy a seguir.
Las manda la verga, perrón.
Es muy bonito como el Ryan Gosling, justo porque son las películas que ellas ven y son los referentes que ellas traen.
Primero compiten.
¿Tú qué?
¿Pues tú qué?
¿Pues tú qué?
Están al nivel, pero ellos mismos se tratan.
Hay una competencia de estatus.
Se tratan de decir, Nels, tú estás más abajo, no, tú estás más abajo.
No mames con ese carro, no mames con esos zapatos, no mames con ese perfume.
Y luego se besan.
Esa escena para las mujeres es lo más lógico del mundo.
Los hombres la ven y se rascan la cabeza.
¿Qué?
¿Qué?
Es que no le está haciendo sentir mal.
¿Por qué la mujer?
Y la mujer, es no entiendes, hombre, solo no entiendes.
Solo no entendemos, no entendemos el juego que estamos jugando.
Es un juego de estatus, es un juego de poder, es un juego de atención y es un juego de validación.
En el momento en que tú le dices yo necesito tu validación con tus acciones, perdiste el juego.
Te llamamos, te convertiste en te llamamos.
En cuanto tú le dices a la mujer me gustas, te llamamos.
En cuanto la mujer te dice me gustas, y tú a la mujer le dices, te llamamos.
Esa mujer se obsesiona, esa mujer se enamora, esa mujer se chorrea, mi compa.
¿En ese momento, biológicamente, instintivamente, esa mujer dice, cómo que te llamamos, hijo de tu puta madre?
Yo digo eso, esa es mi línea.
Pero yo sé que no te puede resistir al poder del sexo y del chocho, porque claro que no se va a rendir.
Claro que yo sé que a ti te dijeron que las morras tienen un chingo de dignidad y, ah, no me quieres, me voy con uno que sí me quiera.
Llevan años, años, años, años, años reforzándoles esa mentalidad y no se les pega y siguen yéndose con el hombre que no las quiere.
Hasta yo los viernes les digo, igual no me hacen caso porque la verga es cabrona, porque el impulso sexual es cabrón, porque las ganas de reproducirse son cabronas, porque las ganas de ser validado en sociedad son cabronas.
Nunca le digas a una mujer que me gustas, nunca regales dinero o cosas, ya generaste un juego de poder de superioridad en Chiclayo Lambayeque