Biblia: Eclesiastés 7:26. Descubrí que una mujer seductora es una trampa más amarga que la muerte. Su pasión es una red, y sus manos suaves son cadenas. Los que agradan a Dios escaparán de ella, pero los pecadores caerán en su trampa. He encontrado un hombre bueno entre mil, pero no he encontrado una sola mujer buena.
Una mujer que teniendo esposo anda coqueteando es una mujer que solamente serviría para la cama.
El hombre que inicia una relación con una mujer que tiene esposo o que tiene novio tiene que estar bien pendejo, bien estúpido y bien imbécil para creer que con ese tipo de mujer puede construir una relación seria porque está construyendo algo con una traidora, mentirosa y deshonesta, aunque justifique su infidelidad de la manera que la quiera justificar.
No hay justificación.
Y me puede decir y poner la justificación que quiera, que el marido no la satisface, que el marido no la atiende, que el marido también le ha puesto los cuernos, que el marido así, que el marido asá, pero no dejan al marido.
¿Por qué?
¿Yo creo que las respuestas son obvias, verdad que sí?
Hijo mío, las mujeres no son buenas, me dijo un señor mayor de unos 80 años, mientras se sentaba en un banquillo y él se fumaba un cigarrillo.
Me decía Hijo, las mujeres son hermosas, divinas por fuera, pero por dentro son malas, no son buenas y te llevarán a la pérdida.
¿Le pregunté muchas veces que por qué y él me decía qué edad tienes?
Yo tenía 19 años y él me dijo Hijo, tienes edad suficiente para comprobarlo una y otra vez a medida que pasaron los años.
Una de las historias que me hizo ratificar esta creencia conocí a una chica en un trabajo, mientras ambos trabajábamos vendiendo productos de Apple en una compañía de ventas.
Esta chica se llamaba Gabriela.
Gabriela trabajaba vendiendo productos en español, yo era bilingüe y pues trabajaba vendiéndolos en inglés.
Recuerdo siempre que conozco una chica, lo que me llega es la voz de ese señor que me decía hijo, las mujeres no son buenas, son lindas por fuera, pero por dentro son horribles.
Con esta chica nos empezamos a conocer, hubo muy buena atracción, yo le gustaba, ella me gustaba y yo siempre me preocupaba por ella.
¿Y le dije Gabriela, por qué no te enseño yo un poco de inglés para que puedas tú trabajar en el mismo departamento que trabajo yo y puedas ganar más?
Yo ganaba dos veces lo que ganaba ella, todo era feliz, todo era bonito, ella se sentía protegida porque yo ganaba más dinero.
Salíamos, yo pagaba todo, las cuentas, me preocupaba por ella, ella me escribía la mañana, me daba mucho amor.
Qué mujer, cómo me quería esa mujer. Decía yo, mientras le enseñaba inglés, porque aceptó mi propuesta de que ella pudiera aprender inglés y trabajar en el departamento donde yo trabajaba, donde ganaba dos veces lo que ganaba ella.
A Gabriela le fascinaba esa idea, accedió y empezó a aprender inglés todos los días, le dedicaba tiempo, le daba mucho amor, le enseñaba con el mayor cariño posible.
Yo le digo un día Gabriela, yo creo que ya estás lista, vas a subir a gerencia y vas a decir quiero hacer la prueba para trabajar vendiendo en inglés y poder ganar más.
Le dieron la oportunidad, Gabriela pasó y empezó a trabajar y a ganar lo mismo que yo.
Recuerdo lo que el señor en aquel banquillo, mientras él se fumaba un cigarrillo, me hijo mío, las mujeres no son buenas, las mujeres son lindas por fuera, son hermosas, preciosas, no hay nada más divino que el olor, la piel, el cuerpo de una mujer, pero hijo mío, ten mucho cuidado porque por dentro son horribles.
Pasó el tiempo y noté un cambio gigante en ella.
Una vez que Gabriela empezó a trabajar en la misma área que yo, pues ambos ya ganábamos lo mismo y ella ya no sentía que yo le podía sumar algo.
Ella ya me veía por debajo del hombro porque decía yo soy igual que este hombre. Ya no me escribía por las mañanas, ya me rechazaba las invitaciones para salir a comer.
Igual, aunque ganáramos lo mismo, yo siempre conservaba mis ganas de invitarle.
Yo era feliz siendo un hombre proveedor.
Pero ella ya no me miraba con los mismos ojos.
Empezó a ver otras personas.
Se supone que en el departamento de inglés donde yo trabajaba y ella empezó a trabajar allí, habían personas que hablaban portugués, inglés y español y ganaban más que yo, ganaban más que ella.
Ella se empezó a fijar en ellos, empezaron a salir, a mí me dejó de hablar.
Nuestra relación se empezó a deteriorar porque ellos ganaban dos veces lo que ganaba yo y lo que ganaba ella.
Yo pasé de ser aquel hombre que ella amaba, aquel hombre que ella quería, aquel hombre a quienes les dedicaba sus buenos días, aquel hombre con quien compartía noches de pasión y de lujuria.
Y todo ese amor se lo empezó a dar a un hombre que ganaba más dinero que ella, a un hombre que ante su percepción era mejor que yo.
Este hombre no le daba el mismo amor, era un hombre seco, era un hombre que a veces yo podía percibir que no le daba buenos tratos e incluso no le quise yo decir nunca, pero yo veía que mantenía relaciones amorosas con otras chicas de la oficina.
A ella nunca le importó y ella dijo ese es el hombre para mí hoy en día.
Se casaron, tienen hijos, yo estoy soltero, estoy sin ella y a diario me entero de que tienen muchos problemas porque él le es infiel y no le da el trato que ella le gusta.
¿Pero adivina qué?
Ella está allí, no lo deja él como me dejó a mí.
¿Por qué?
Porque como me dijo una vez un señor que mientras fumaba un cigarrillo sentado en un banquillo Hijo, las mujeres no son buenas, las mujeres son malas, las mujeres por dentro son feas y por fuera son hermosas.
Ella se quedó con él y es así.
A ese señor, si está viendo este video, le doy las gracias, porque lo que él me quiso decir y no me lo dijo para que yo lo descubriera por cuenta propia, es que las mujeres, por más cariño, por más que te preocupes por ellas, por más que quieras estar con ellas, por más que un hermoso futuro les prometas, a ellas lo que les importa es el presente.
No les importa tu pasado ni tu futuro, lo que les importa es cuánto le puedes dar hoy.
Y créeme que siempre se irán con aquel que les puede dar más.
No importa si aquella persona no le da el mismo amor, el mismo cariño, ni la ame tanto como tú.
Recuerda lo que me dijo el Señor las mujeres no son buenas, son lindas por fuera, pero muy malas y feas por dentro.
75% de Mujeres con Hipergamia alta son malas, mentirosas, angeles y demonios para destruir a los hombre Peruanos en Arequipa